EL Rincón de Yanka: 👦👧 ¿QUÉ PROBABILIDAD HABÍA DE QUE NACIÉRAMOS TAL Y COMO SOMOS?

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martes, 17 de octubre de 2017

👦👧 ¿QUÉ PROBABILIDAD HABÍA DE QUE NACIÉRAMOS TAL Y COMO SOMOS?



Prácticamente, cero 

👦👧


Un estudio de la Universidad de Harvard ha calculado todos los condicionantes previos al nacimiento de un ser vivo. 
Es como si dos millones de personas jugaran con un dado de mil billones de caras y sacaran todos el mismo número. 

¿Alguna vez se ha preguntado qué probabilidades había de que fuera como es, de que tuviese ese pelo, esa altura o color de ojos? 

Es más: ¿alguna vez se has preguntado qué probabilidades había de que llegase siquiera a existir? 

El doctor Ali Binazir ha tratado de responder a esta pregunta en un artículo publicado en un blog de Harvard, que también ha sido plasmado en una interesante infografía. 

Por ejemplo, Binazir estima que un hombre, un padre, podría (y subraya podría) haber conocido a una madre entre 200 millones de mujeres, pero calcula que realmente habría conocido unas 10.000 a lo largo de 25 años. Una vez que los padres se conocen, los números no son más sencillos. Los seres humanos somos la combinación de un espermatozoide y un óvulo concretos y cada madre tiene una media de 100.000 óvulos fértiles durante toda su vida, mientras que el padre generó aproximadamente unos 400.000 trillones de espermatozoides totalmente diferentes por lo que la probabilidad de que el bebé que engendren seas uno mismo y exactamente uno mismo es de 1 entre 400.000 trillones. 
El doctor Ali Binazir estima que un padre podría haber conocido a unas 10.000 mujeres además de la madre con la que procreará 
Aunque para que se dé esa probabilidad, primero todos los ancestros tuvieron que nacer, crecer y reproducirse sabiendo que hay un 50% de probabilidades de que ocurra todo eso. Contando con que cada 20 años hay una nueva generación y que los primeros humanos aparecieron hace más o menos 3 millones de años, nos deja con 150 generaciones que tuvieron que pasar el proceso estadísticamente casi imposible para llegar a un nacimiento, lo que equivale a una probabilidad de 1 entre 10 elevado a 45.000. Por último, la posibilidad de que en todas esas 150 generaciones se unieran el espermatozoide y el óvulo que dieron lugar a uno de los ancestros es de 1 entre 10 elevado a 2.640.000. 

Sabiendo todos estos datos, para saber la estadística exacta de que un individuo terminase existiendo hay que sumar todas esas cifras y da un resultado de 1 de cada 10 elevado a 2.685.000. Para hacerse a la idea a la idea de la improbabilidad de un nacimiento, hay que compararlo con otras cifras gigantescas, como que un hombre adulto de 80 kilos está formado por cerca de 10 elevado a 27 átomos, que el número de átomos que componen la Tierra es de 10 elevado a 50 o que el universo conocido está hecho de 10 elevado a 80 átomos. 
En resumen, la posibilidad de que una persona termine siendo exactamente esa persona y no otra es la misma que la de que dos millones de personas se juntasen para jugar cada uno con un dado con mil billones de caras y que todos sacasen el mismo número, es decir, casi cero. 
¡Todo un milagro!







He llegado a la conclusión, y pocas veces lo hago, de que el hombre es algo muy serio. ¿Recuerdan unas imágenes que poníamos hace un par de semanas sobre un funeral de un chimpancé? Una madre con un cariño enorme hacia su cría. Eso produce un impacto bestial siempre que vemos en seres que consideramos menos desarrollados que nosotros esos síntomas de afecto, nos llega. Pensamos muchas veces que los animales tienen una nobleza que nada deben envidiar de la mezquindad, la envidia y lo terrorífico que es el género humano. Cierto es que hay muchas especies animales que devoran a sus hijos, y que hacen cosas tan horribles como los hombres. No hay que alarmarse.


En las últimas décadas hay una corriente que nos dice que el hombre no es para tanto. Que no nos diferenciamos tanto de las otras especies. Yo creo que quién dice eso no sabe muy bien qué es el hombre, ni qué es la conciencia o el lenguaje. Esa corriente tiene su fuerza y tiene sus animadores. Somos naturaleza pero no somos como los animales. Muchas veces tenemos cosas peores que los animales, pero tenemos cosas que no están al alcance de ninguna otra especie. Ni lo estarán por los milenios de los milenios. Esas corrientes de pensamiento intentan decirnos, con toda su buena fe, que no hay tanta diferencia entre el chimpancé y nosotros. Siempre viene eso en grandes titulares: compartimos el 94% del ADN. Pero yo no sé qué tenemos en común con un chimpancé. Yo no veo que los chimpancés hablen, discurran o reflexionen.

El salto entre todo lo que puede hacer un animal, por inteligente que sea, y lo que es el ser humano me parece el mayor misterio de la humanidad. Me da la impresión de que se intenta hacer creer que no somos para tanto. Ese empieza a ser un error importante. Cuando uno se cree como un ladrillo más, se está infravalorando. Hay mucha gente convencida de que somos una herramienta más de la naturaleza. Pues yo pienso que no. Pienso que el hombre tiene en sí una esencia absolutamente milagrosa. Valen de poco los datos. Si somos tan parecidos en lo físico y en lo genético a otras especies, ¿en qué momento tuvimos ese salto extraordinario que nadie más ha tenido? ¿Es realmente explicable? No estoy hablando de religión. Esa x de la ecuación es muy irritante y no le gusta a muchos que ven la vida desde lo material. Prefieren que seamos como el chimpancé. Los animales son muy buenos en la mayoría de casos.

Decir esto es políticamente incorrecto. Habrá muchas personas que se lleven las manos a la cabeza. Pero les aseguro que muchas de esas personas no aman a los animales como yo, ni viven con ellos como yo. Pero soy consciente de mi misterio. Del misterio de un niño que comienza a hablar y reflexionar. Hay un chip que no tienen los demás. Ese chip es inexplicable. Ustedes pueden pensar lo que quieran. ¿Somos una pieza más o somos algo asombroso? Dicen algunos sabios que una de las grandes penas de la humanidad es que el ser humano trascurre por la vida sin ser consciente de su raíz divina. Simplemente si ustedes se ponen a pensar en lo que son capaces de discurrir y en la complejidad de su cerebro, tienen que ser muy necios para pensar que somos como el resto de los animales. Pero quieren que pensemos eso. Es estar muy ciegos.

Hay dos misterios: por qué somos como somos y por qué no nos dejan revalorizarnos como somos. 
Porque somos algo muy excepcional. 

El hombre como el gran misterio, ¿por qué esa lección nunca nos la enseñan? ¿Por qué hay muchas personas que vagan por la vida sin darse cuenta de que son excepcionales? Si empezamos a comprenderlo seguramente nuestra vida cambie y nos queramos un poco más. No somos piezas de un puzle. 


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¿DÓNDE ESTÁN LOS MILAGROS?